jueves, 30 de junio de 2011

La adulacion: el espejismo de la admiracion

La admiracion sincera nos hace fuertes.

   
 La adulacion nos hace ciegos ante la verdad




Una parte interesante de la obra “El Principe” de Maquiavelo, es en la que trata de los aduladores. Sostiene que es natural que los aduladores rodeen al gobernante, puesto que es poderoso y todos quieren ganarse sus favores. El peligro que se corre con ellos es que impiden al gobernante ver la verdad.

Las adulaciones al gobernante provienen de todo lado, y éste termina creyendo que todo eso es verdad, que todo está bien, que es amado por su pueblo, que nadie lo odia y que por lo tanto no corre ningún peligro. Si el gobernante cree, como es frecuente, entonces no tendrá una visión real de lo que ocurre con su pueblo y sus enemigos. Terminará cegado y caerá inevitablemente por no haber podido ver la verdad.

Para evitar este efecto negativo que tienen los aduladores, Maquiavelo aconseja al "príncipe" que haga ver a quienes le rodean que no está mal que le digan la verdad, que él no se enojará por eso. Sin embargo, esto tiene un problema. Si todos le dicen la verdad al príncipe, entonces le estarán faltando al respeto, y un gobernante que no goza del respeto de sus súbditos es un príncipe débil a los ojos de los demás. Los débiles que no se ganan el respeto de los demás no pueden ser gobernantes.

Entonces para evitar caer en los dos extremos (ser cegado por los aduladores o irrespetado por todos) Maquiavelo aconseja al gobernante, saber elegir a sus consejeros. Deben ser hombres sensatos. Solo a ellos debe el gobernante darles la libertad de decirle la verdad, pero no en cualquier momento, sino, sólo cuando se les pide su opinión y tampoco deben opinar sobre lo que ellos quieran, sino sólo al respecto de la cuestión que el principe desea saber.

Una vez que el gobernante los ha escuchado, él debe decidir sobre su accion por sí solo. Nunca debe escuchar y seguir todos los consejos de una sola persona. Se convertiría en su marioneta.

De este modo, el gobernante hace bien en preguntar constantemente a sus allegados sobre los temas que el quiere saber. Debe incluso enojarse con aquellos que, por temor a su enojo, no le han dicho la verdad. La verdad es valiosa y proviene de hombres sabios. Por eso, la regla principal de Maquiavelo en este sentido es "Un príncipe que por si mismo no sea sabio, no puede recibir buenos consejos"



domingo, 12 de junio de 2011

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